¿Qué fue de la clonación terapéutica?


Proceso paso a paso de la clonación terapéutica. Necesitamos dos células, a una de las cuales se elimina el núcleo para replicar el de la otra célula y poder reprogramarla. Las células madre se extraen del blastocito.

Proceso paso a paso de la clonación terapéutica. Necesitamos dos células, a una de las cuales se elimina el núcleo para replicar el de la otra célula y poder reprogramarla. Las células madre se extraen del blastocito.

En el universo de la ciencia ficción siempre ha habido una idea fetiche. La de conseguir, con la ayuda de la ciencia, regenerar cualquier órgano dañado. Pues bien, ese ideal se descubrió hace más de una década. Pero, pese a las ilusiones originales, ha entrado en un terreno pantanoso. Y, ¿todo por qué? ¿Qué fue de la clonación terapéutica?

La Organización Nacional de Trasplantes calcula que en España, un 10% de personas en lista de espera para obtener órganos donados, fallecen mientras aguardan su llegada. Esto se traduce en que en los últimos cinco años, hasta 1.649 pacientes perecieron mientras esperaban. Y estas cifras pertenecen al país en el que más donaciones de órganos se realizan por habitante. Según el informe del Consejo de Europa, España cuenta con 32 donantes por millón de habitantes y representa hasta un 16,3% del total de donaciones europeas. Esto se traduce en 1.502 donantes reales de órganos en 2010, de los cuales en 210 casos no se pudo utilizar el órgano. Pese a la elevada tasa de donaciones, queda patente que existe un problema de falta de órganos, que se agrava más incluso en otros países.

Esto es lo que ha llevado a los científicos a buscar soluciones. La principal fuente de investigación se da con las llamadas células madre. Unas células inespecíficas que pueden devenir en cualquier tipo de célula del organismo. Así pues, pueden ser empleadas para la regeneración de órganos e incluso para la curación de enfermedades como el párkinson o el alzhéimer.

El debate científico, moral, ético y social surge a la hora de obtener esas células madre. Uno de los métodos en el que tiene más esperanza la comunidad científica es la llamada clonación terapéutica. No hay que confundirla con la clonación reproductiva, frente a la cual la opinión es unánimemente contraria.

A diferencia de la fecundación típica en la que se produce la unión de los dos gametos sexuales (óvulo y espermatozoide); en la clonación tan solo se utiliza un gameto, el óvulo. Por clonación de una célula, se entiende la transferencia nuclear completa del gameto a otra célula, con los mismos cromosomas e idéntica estructura.

Esto se consigue con dos células (un ovocito y una célula somática diploide), de las cuales a una (ovocito) se le elimina el núcleo, se le transfiere el de la otra célula y se produce una reprogramación, por la cual los genes vuelven a ser activos. Una vez conseguido esto, se obtiene un zigoto cuyas células se van reproduciendo hasta convertirse en blastocito.

En la clonación reproductiva, el blastocito clonado sería insertado en el útero y se podría desarrollar completamente, dando lugar a un bebé clonado. Sin embargo, en la clonación terapéutica, este proceso se detiene antes de los primeros catorce días, cuando todavía hablamos de un embrión. De ahí se extraen las células madre, también conocidas como totipotenciarias, que pueden convertirse en cualquiera de los 210 tipos de células de nuestro organismo e incluso generar un nuevo individuo completo (a diferencia de las pluripotenciales, que pueden devenir en cualquier tipo de célula pero no formar nuevos organismos). La obtención de estas células supone la eliminación del embrión.

Con este método, se podría lograr suficiente material genético para regenerar cualquier órgano o para eliminar enfermedades muy graves. El paciente podría disponer, incluso, de un banco de material genético totalmente compatible. Pero, además de la mayor disponibilidad de órganos, evitaría el problema que supone el rechazo inmunológico del organismo receptor al órgano donado. No podemos olvidar que los órganos donados provienen de personas fallecidas, por lo que siempre es más elevado el riesgo de transmisión de enfermedades.

Sin embargo, este proceso es sumamente complejo en la práctica. Para la obtención de la Oveja Dolly hicieron falta 433 intentos. Por eso, la obtención de una sola blástula clonada son necesarios cientos de intentos. Por lo tanto, se necesitan muchas donaciones de óvulos, con todos los problemas para el organismo que eso pueda conllevar a la donante.

Parece que, si logramos salvar este último punto, todo son ventajas. Pero es aquí cuando se abre un gran debate, incluso entre los mismos científicos. La cuestión es si podemos considerar a estos embriones como seres humanos, con todos los derechos que ello conlleva; si los vemos simplemente como destinados a nacer o si no los consideramos más que un experimento científico.

Por esto, se han prolongado acalorados debates entre los partidarios de la clonación terapéutica y sus detractores. Pese a los avances que se presagiaban tras la clonación de la oveja Dolly, lo cierto es que este campo científico ha quedado ciertamente varado.

Fernando Zegers Hochschild : “Al haberse obtenido el embrión por reproducción asexuada no lo convierte propiamente en humano, ya que jamás ha existido y no debiera existir una persona generada de esa manera”.

Desde 2001, se planteó en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) un “Comité para un Tratado Internacional contra la Clonación Reproductiva de los Seres Humanos”. Es decir, un debate sobre si se debía prohibir cualquier tipo de clonación o sólo la que tuviese fines reproductivos. Una disputa que se fue postergando año tras año, hasta que el 18 de febrero de 2005 se aprobó la prohibición total de la clonación, incluida la que tuviese fines terapéuticos. La votación fue de 84 países a favor, 34 en contra y 37 abstenciones.

La propuesta de prohibición total corría a cargo de Costa Rica, auspiciada por Estados Unidos. Por su parte, Bélgica, con el apoyo de Reino Unido, lideraba el bando que defendía la prohibición de la clonación reproductiva pero demandaba que cada país tuviera potestad para decidir si prohibían o no la terapéutica. A este grupo también pertenecían Francia, Alemania, Israel, Rusia, China y Japón, entre otros.

Del blastocito resultante se extraen las distintas células madre, totipotentes.

Del blastocito resultante se extraen las distintas células madre, totipotentes.

La mayoría de la comunidad científica se encuentra a favor de la clonación terapéutica. Así lo corrobora el comunicado firmado por Academias de Ciencias de 67 países con relación a la votación que se iba a llevar a cabo en la ONU. En este informe, invitaban a los representantes de los distintos países a votar en contra de la proposición de Costa Rica en la Asamblea General.

Científicos como Peter Singer, Director del Centro de Bioética de la Universidad de Toronto, que declaraba en “El Mercurio de Santiago” que el uso de esta técnica permitiría regenerar tejidos inmunológicamente idénticos con los que se puede tratar a pacientes de cardiología sin la necesidad de drogas inmunosupresoras. Además, desecha cualquier dilema ético ya que en la formación del pre-embrión no interviene el espermatozoide.

Por su parte, Fernando Zegers Hochschild, miembro estable del panel de expertos en reproducción humana de la Organización Mundial de la Salud, también se muestra a favor de esta técnica. Sus principales motivos son la verdadera utilidad para mejorar la calidad de vida de millones de personas y la consideración de que el embrión, a diferencia de una persona, no es un sujeto moral. Además, al haberse obtenido el embrión por reproducción asexuada no lo convierte propiamente en humano “ya que jamás ha existido y no debiera existir una persona generada de esa manera”. No obstante, reconoce que si se lograran encontrar células madre en adultos con la misma flexibilidad, sería preferible utilizarlas.

Humberto Maturama: “mientras no cambie nuestra psiquis mercantil, más pronto que tarde la clonación será motivo de negocio y las consideraciones éticas serán olvidadas o violadas”.

Entre los detractores de este tipo de clonación, destacó el representante del Estado observador Ciudad del Vaticano, el arzobispo Renato Martino. Sus opiniones coincidían con los de la representante estadounidense, Carolyn Wilson, que defendía los siguientes argumentos: 1. Esta técnica resulta aberrante incluso si son considerados como embriones; 2. Si la prohibición sobre la clonación no es total será imposible controlar la clonación reproductiva; 3. Se alienta la destrucción de una vida, al tiempo que se prohíbe expresamente el desarrollo posterior del embrión clonado; 4. Si se zanja este debate se puede dar pie a la investigación sobre la obtención de células madre a partir de adultos.

Argumentos rebatibles teniendo en cuenta el origen no gamético, es decir, asexuado. Estos embriones no pueden gozar del estatuto de ser humano, puesto que no tienen la unicidad necesaria para ser definidos como tal. Además, resulta contradictorio que se clame al cielo porque se impida el posterior desarrollo del feto cuando hay unanimidad en condenar la clonación reproductiva. Por último, pese a los grandes avances con células madre de adultos, no muestran la misma flexibilidad al no ser totipotentes.

Además de estos países, las diferentes religiones se han erigido en fuertes detractores, tanto en el seno del cristianismo, como en el islamismo o el judaísmo, entre otras. Periodistas afines al clero, como Miguel Ángel Irigaray Soto, recurren incluso a las teorías del filósofo Immanuel Kant sobre la importancia de ser tratado como fin y no como medio. Para esta corriente de intelectuales, el embrión es considerado como una persona y goza, por tanto, del mismo estatuto que un ser humano. Se oponen, pues a la vertiente utilitarista de buena parte de la comunidad científica.

Pero incluso entre la comunidad científica hay voces en contra. Si bien esto se debe más a una falta de confianza en el modelo mercantilista imperante, que podría dar lugar a un mal uso de este sistema. Así lo expresa el biólogo Humberto Maturama en “El Mercurio de Santiago” al afirmar que “mientras no cambie nuestra psiquis mercantil, más pronto que tarde la clonación será motivo de negocio y las consideraciones éticas serán olvidadas o violadas”.

Como alternativa a este polémico modelo, los opositores proponen otros métodos para la obtención de las células madre. Éstas, también se encuentran en adultos. Se conocen hasta veinte tipos distintos. Las más empleadas se encuentran en la médula ósea y en la sangre del cordón umbilical (son las células hematopoyéticas). De hecho, se están usando para la médula ósea en caso de aplasia (desarrollo defectuoso o ausencia congénita de un órgano) como consecuencia de quimioterapia. Además, hay células madre epiteliales en el epitelio intestinal, mesenquimales que son usadas para reconstruir tejidos cardiacos e incluso neurales.

Además, proponen emplear los embriones fallidos en una fecundación in vitro, aunque esta opción no contenta a ciertos sectores, que temen que entornar la puerta a la clonación suponga no poder volver a cerrarla. En cualquier caso, el uso de fetos fallidos no está sirviendo para combatir enfermedades como el párkinson, ya que, pese a que sí producen efectos positivos, las nuevas células formadas terminan por estropearse. Para que esta operación tenga éxito es necesario que las células madre tengan el mismo material genético que el paciente. Esto es, que se recurra a la clonación terapéutica o que se consiga extraer células troncales y que se multipliquen y diversifiquen en la justa medida.

Cabe destacar los experimentos llevados en el “Wake Forest Institute”, localizado en Estados Unidos, en los últimos años. Según Víctor Saadía, director de BioEden México y participante del proyecto de investigación, ya son capaces de clonar y generar órganos completos. Para ello, construyen un modelo tridimensional del órgano en cuestión y lo construyen con células madre extraídas de la médula ósea del paciente para garantizar su compatibilidad. Una vez creado el órgano, se conecta a un biorreactor, un aparato que simula las funciones vitales del cuerpo, para comprobar su correcto funcionamiento. Sin embargo, todavía no se ha dado el último paso, el trasplantarlo en humanos, debido a las numerosas trabas legales norteamericana. Saadía pronostica que este método será hegemónico dentro de diez años.

Luis M. García Sanz: “En esta investigación no sólo hay un interés científico y humanitario sino también económico, pues son millones los pacientes que se podrán beneficiar de ese tipo de tratamientos”

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Con todo, hay un factor que no podemos obviar en ningún caso. Dentro de esta polémica se esconden grandes intereses económicos, en uno y en otro sentido. Tal como asegura Luis María García Sanz, Catedrático de Anatomía y Embriología, en su artículo publicado en la Revista de Medicina de la Universidad de Navarra, “En esta investigación no sólo hay un interés científico y humanitario sino también económico, pues son millones los pacientes que se podrán beneficiar de ese tipo de tratamientos”. Pero este interés económico se esconde tras las dos posturas.

En todo caso, sin caer en visiones dogmáticas, hay que reconocer que el origen de la polémica se encuentra en las distintas concepciones sobre si el embrión producido por clonación terapéutica es un ser humano o no. Y hasta que no se llegue a un consenso o definición del estatuto de estos embriones, no podremos mover página en uno u otro sentido. Por otro lado, debemos estar pendientes de la evolución en las técnicas de obtención de células madre en adultos. Hasta que estas incógnitas no se despejen, nos vemos condenados a seguir haciendo la pregunta, ¿y qué fue de la clonación terapéutica?

Para cualquier consulta, estoy en Twitter: @a90sm

Para ver el reportaje en PDF: que fue de la clonacion terapeutica

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